Sputnik 1: La Era Espacial

Durante las Navidades aproveché para ver la serie Chernobyl. Una de las escenas que más me impresionó es la que sucede durante el juicio, donde el físico nuclear Valery Legasov realiza una explicación magistral sobre las causas de la explosión del reactor 4. El profesor Legasov explica que el reactor 4 de Chernobyl estaba diseñado para funcionar a 3200 MW (3200 millones de vatios) y que en su pico, justo antes de la explosión, superó la friolera de 33,000 MW.

Para hacernos una idea, el 28 de diciembre de 2020 se alcanzó el máximo historico en generación eólica al conseguir 19,588 MW. La demanda de energía eléctrica (instantánea) en la península no suele sobrepasar los 32,000 MW por lo que en ese pico el reactor 4 habría abastecido a todo un país como España en pleno 2020.

Al hablar de potencia eléctrica y consumos siempre me viene a la cabeza el Sputnik 1. Este invento, que al igual que los reactores nucleares de tipo RMBK es de origen soviético, fue el primer satélite en orbitar la Tierra y transmitir una señal de radio desde el espacio consumiendo la friolera de 1 vatio de potencia. Me aventuraría a decir que cualquier dispositivo electrónico que tengamos en casa consume más potencia (un simple cargador de móvil consume unos 5 W). Pues bien, los soviéticos inician la era espacial poniendo en órbita un satélite de diseño simple y audaz que cumplió con la misión que tenía encomendada. Todo ello consumiendo 1 W.

Fig.1 - Un técnico ultima los detalles del Sputnik antes de su lanzamiento. Crédito: NASA / ASIF A. SIDDIQI.

Contexto

En la década de los 50 el hombre todavía no ha puesto ningún satélite en órbita, pero ya se vislumbra esa posibilidad. Avances en campos significativos como la propulsión o la electrónica, impulsados en gran medida por la Segunda Guerra Mundial, hacían técnicamente factible el lanzamiento del primer satélite a corto plazo. Los candidatos para semejante empresa no eran otros que los Estados Unidos, liderados por el nazi Wernher von Braun, y la Unión Soviética, liderada por el ingeniero jefe Sergei Korolev.

Los americanos habían heredado prácticamente toda la tecnología que los nazis habían desarrollado en los cohetes V-2. Además de los diseños, los americanos también habían reclutado al jefe de diseño del cohete V-2, Wernher von Braun, y a parte de su equipo. America pensaba que esa ventaja sobre sus competidores era suficiente para erigirse como los primeros en lanzar un satélite. Además, los americanos ya tenían como proyecto dos satélites: el Explorer; si elegían el diseño de la US Army, o el Vanguard; si se decantaban por el satélite de la US Navy.

Ante la acuciante capacidad de desarrollo y considerando las posibles aplicaciones militares que tendría poner en órbita un satélite, un comité internacional científico propone en 1952 el Año Geofísico Internacional (IGY). El IGY tendría lugar del 1 de julio de 1957 hasta finalizar 1958 (periodo de máxima actividad solar) y participarian científicos de 54 paises. La idea, sobre el papel, era utilizar los avances tecnológicos heredados de la Segunda Guerra Mundial para fines científicos. Se pretendía realizar observaciones de larga duración de las capas altas de la atmósfera y así poder medir fenónemos como la radiación. La URSS y EE.UU anuncian la intención de lanzar un satélite artificial como contribución al IGY.

En julio de 1955 el profesor Leonid Sedov, durante un congreso astronáutico, anunció, bajo perplejidad americana, que la Unión Soviética planeaba lanzar un satélite que estaría listo en los próximos 2 años.

"Beep Beep": La amenaza

El 4 de octubre de 1957 cualquier americano podía con un receptor de radio y una antena sintonizar la frecuencia de 20 MHz y oir el particular "beep" que emitía el satélite durante uno de sus pasos visibles por la Tierra.

El presidente americano Eisenhower, en un primer momento, intentó desprestigiar el logro soviético refiriéndose al Sputnik como "pequeña pelota en el aire". Los ciudadanos americanos, sin embargo sí que lo veían como una amenaza. El hecho de tener una esfera metálica sobrevolando tu país a unos 29,000 km/h debió ser cuanto menos raro. Si a eso le sumas que esa esfera la había colocado ahí tu principal enemigo y que además se desconocía su finalidad, su composición y sobretodo el cómo. ¿Cómo podía un país, a priori, inferior tecnológicamente haber conseguido tal hazaña?

Lyndon Johnson, senador de los EEUU, dijo la frase que posiblemente exprese mejor el sentimiento americano del momento y las dimensiones que adquiriría la carrera espacial:

"El Imperio Romano controló el mundo porqué pudo construir una red de carreteras. Después, cuando nos empezamos a desplazar por mar, fue el Imperio Británico el dominante, al disponer de barcos. En la era aérea nosotros fuimos los más dominantes porqué tuvimos aviones. Ahora los Comunistas han dejado su huella en el espacio exterior. Los Estados Unidos se encuentran en una carrera por la supervivencia."

La imagen de la cabecera muestra la portada del New York Times justo el día después del lanzamiento del Sputnik. Es curioso la manera en que enfatizan que el objeto estaba "dando vueltas a la Tierra". También resalta que era posible observarlo con prismáticos.